(#6) Una canción de media hora y un festival en el paraíso
Primera entrega del 2022, hacemos balance con Javi Bueno del primer año de vigencia de "El Refugio" mientras hablamos de las cositas que se vienen.
“A mí me pones una clara con casera blanca”. ¿De qué color iba a ser si no? Javier Vallina (Ciaño-Langreo) no da puntada sin hilo. Impregna cada uno de sus movimientos con una personalidad poliédrica y dinámica en la que conviven los distintos armónicos que resuenan en su voz. “Cuando yo era guaje, en los bares de mineros de Ciaño era muy normal que alguien llegara y se pidiera un vino con casera, que podía ser de limón, de naranja, de cola, o ‘blanca’. Cuando empecé a venir a Oviedo y pedía ‘casera blanca’ me miraban raro”. Una anécdota que explica a Vallina y por extensión a cualquiera de sus proyectos: una mirada que reniega de la idea de que el paso del tiempo sea una apisonadora que lo derrumbe todo. Si algo funciona, si algo tiene sentido, ¿por qué lo vamos a desechar?
Nos reunimos con él en la víspera de Reyes para inaugurar el año haciendo una reflexión sobre el pasado con la mirada puesta en todos los proyectos que se siguen desarrollando y nacerán en este 2022. Lo que sigue es una transcripción de la conversación que mantuvimos con él, en la que también participó su amigo y colaborador David Rodríguez, cuyas declaraciones fueron cortadas en la edición por razones de coherencia textual.
Bienvenidas a una nueva entrega de Cuarto y Mitad, una newsletter en la que podréis encontrar crónicas de conciertos, entrevistas a artistas y otras personalidades de la escena musical asturiana, ilustradas con fotografías.
Entrevista a Javi Vallina: «¿Quién quiere hacer doce canciones cuando puede hacer una de media hora?»
Hace ya un año de tu disco “El Refugio”. Háblanos de él.
El Refugio es un disco de una única canción que contiene nueve fragmentos distintos. El reto era construir una canción que tuviera entidad propia y narrase una historia, con distintas fases; con fragmentos que corresponden a distintos capítulos de la historia. Intenté conseguir que cada uno de esos fragmentos tuvieran entidad propia, y que en el conjunto tuviera una relación entre sí. A lo largo del disco comparten elementos, fragmentos de canción, de letra, melodías y armonías que aparecen y desaparecen. Juego con la idea de desligar ese concepto de canción pop de tres minutos para llevarlo a otra óptica: ¿quién quiere hacer doce canciones cuando puede hacer una de media hora?
¿Así surge la idea?
Tenía muchas ganas de trabajar de esta manera y surgió de forma natural e intencionada, buscando la forma de encontrar una continuidad saliendo del formato tradicional de canción pop, pero sin renunciar a que los fragmentos funcionen de manera separada.
¿A la hora de componerlo lo hiciste en tu cabeza como una sola canción, o compusiste nueve canciones y luego las juntaste?
Iba haciendo un proceso paralelo con un ojo en cada formato. El disco se puede escuchar de dos formas: de manera continua, siguiendo la cronología de la historia, detectando esas partes compartidas y lo que le sucede al personaje en todo el proceso; o cada fragmento de forma independiente. Tenía los ojos puestos en esas dos cosas, pero la intención primera era dar esa continuidad y luego reacondicionarlo para que tuviera la funcionalidad de fragmentos separados. Busqué el equilibrio de las dos partes, pero principalmente buscaba algo largo con continuidad y una unidad temática.
¿Manejando conceptos como historia, trama y personaje, no sentiste la tentación de llamarlo ópera pop?
Igual eso sonaba algo pretencioso en esos términos. Simplemente pensaba en canción pop llevada un poco al extremo, en cuanto a la duración y la flexibilidad que te da la posibilidad de jugar con los fragmentos y contar las cosas de forma distinta, o usar los mismos arreglos en distintos momentos. Lo de ópera pop suena guay, pero tampoco quería fliparme tanto.
Te hemos leído decir en entrevistas cómo El Refugio es una reflexión sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos y nuestro entorno. ¿Has llegado a alguna conclusión en este año?
No. El objetivo tampoco fue llegar a ninguna conclusión. Tampoco creo que en un año el mundo haya cambiado nada, ni que seamos mejores, a pesar de todo lo que ha pasado. La idea era buscar un entretenimiento y decir: ¿qué le pasa al personaje? Sale de casa, camina, llega al Refugio, ahí interactúa con otras personas; esa forma de interactuar genera en él ciertos sentimientos, y pasa por un proceso de euforia, sobrevuela la traición, desconecta de la realidad, cae al vacío; y luego va recuperando poco a poco la vuelta a la realidad con la vuelta a casa y el camino hacia la luz.
El disco sucede de noche, pero no es un disco que hable de la noche, sino que habla de cómo nos sentimos y cómo nos relacionamos con los demás en un entorno y en un contexto determinado, y cómo nos afectan los pensamientos de los demás y los nuestros propios, y cómo reinterpretamos eso en clave personal.
Estamos atravesando un momento en el que la inmediatez ha afectado a cómo se produce la música, las bandas sacan singles sin sacar discos. ¿Por qué decides sacar no sólo un disco sino uno de estas características? ¿Es una medida contracíclica?
Tiene que ver con querer romper precisamente con esa dinámica. El concepto de álbum tiene que ver con la forma en la que la música se consume y se da a conocer. La manera en la que la música se viraliza y cómo se da a conocer al público condiciona el proceso creativo. No soy yo quien tiene que decir que eso sea mejor o peor.
Mi intención era darle la vuelta al calcetín apostando por la idea de disco como unidad temática. La forma de hacer un disco no es escoger las últimas canciones que has compuesto, sino que escoges aquello que crees que mantiene un hilo conductor, por débil que sea, con una unidad temática, que haya una sonoridad y un diseño gráfico que represente todo lo que implica el contenido del disco. Esa forma de trabajar no casa bien con la manera actual en la que la música se expone al público. No sé si es un pequeño acto de rebeldía o no, pero sí que es algo intencionado: pelear por ese formato de disco como una colección de canciones, o trabajar más el formato disco para intentar que los discos también cuenten algo, que sean fotos de un momento en las que hay muchos elementos, y no canciones aisladas que son como un Frankenstein y que tampoco sabes ubicar dentro de un disco completo.
Precisamente con El Refugio se jugó a ese doble formato: está por un lado el disco, que es una sola canción; y por otro se fueron lanzando los singles como adelantos de la historia. No deja de ser todo un juego divertido que en este caso va un poco a la contra y paradójicamente también a favor. La idea es divertirse. Sé que comercialmente puede ser un tiro en el pie sacar un disco con una canción, y que puede no ser recomendable a no ser que seas Robe o Julio de la Rosa, que lo acaba de hacer.
La idea va de coger la baraja y decir: vamos a tirar a todos los palos; vamos a intentar trabajar el formato grande sin renunciar a que haya fragmentos pequeños; explorar la vía de generar contenido dosificando la información en un periodo grande; y dar la oportunidad a la gente de poder escuchar el disco de dos formas distintas: una más sosegada fijándote en lo que va a ocurriendo, y otra escuchando las canciones a tu libre albedrío.
Salimos del Refugio. Antes de sacar este disco habías tenido una lesión en la mano, y aprovechaste el potencial de esa situación para componer un proyecto sin guitarra, basándote más en teclados, y que todavía no salió.
Esto hay que explicarlo bien (ríe). En el momento en el que empecé a pensar en grabar nuevo material después de Perros, santos y refranes, tuve una lesión en la mano y no podía tocar la guitarra. Hubo que empezar de cero con lo que pude, tocando teclados a una sola mano. Ese disco, que en principio iba a ser una propuesta pequeña de cuatro temas, se convirtió en un disco doble con ocho temas por un lado, y otros ocho instrumentales por otro. Llegó el momento en el que tocaba editarlo, y pensé que era muy complicado mover toda esa maquinaria… es un disco especial, muy diferente, no me vi con músculo para mover eso o darlo a conocer. Entonces decidí, con ese disco hecho, empezar a hacer El Refugio, que se compuso y grabó en apenas tres meses, y justo en ese momento llegó la pandemia.
Durante la pandemia, estando en casa, empecé a grabar temas nuevos para construir nosémuybienqué, pero de ahí parece que va a salir un disco del que se han adelantado tres singles, y saldrá otro entre enero y febrero. La idea es que de ese trabajo salga una nueva propuesta para esta primavera. De esta forma, en Bueno tenemos Nueve canciones minúsculas, un huracán y un millón de lunares, el primer disco; Perros, santos y refranes, el segundo; El Refugio, que, pese a ser el tercer disco, sería cronológicamente el cuarto; y habrá un cuarto disco, Animal, que sería cronológicamente el quinto; y me quedaría reubicar este disco doble, que es el tercer disco de Bueno pero aún está sin editar, pero que saldrá.
Y, claro, estos días también pasaron cosas. Estuve en casa…
¿Otro disco nuevo?
Pasaron cosas. No voy a lanzar las campanas al vuelo, pero hay cosas que voy a intentar utilizar y reubicar. Yo tengo mucho interés en grabar. No es incompatible con llevar una trayectoria en directo que funcione y puedas disfrutar, pero yo disfruto mucho grabando y haciendo temas, y viendo lo que va pasando con el proceso. La gente percibe sólo el final, pero el verdadero valor del proceso creativo está en la trama. Es una pena que sea algo tan egoísta que la gente no pueda percibirlo. Al final lo disfruta uno tanto que aprovechas cualquier oportunidad para ponerte en marcha, hacer cosas, experimentar y jugar con el formato.
Nos han filtrado algunas fuentes que ahora mismo estás cumpliendo el papel de productor con una banda. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Tienes intención de seguir produciendo?
La experiencia nace de dos motivos: uno es que me interesa producir y trabajar con otros grupos, y me gustaría desarrollarme por esa vía; y por otro, la propuesta de esta banda, que son Gente Terrible, que están trabajando en su siguiente disco. Me gusta lo que hacen, se puede trabajar a gusto, y está resultando una experiencia muy grata que me gustaría continuar y repetir en el tiempo.
Es un compromiso intentar aportar a las canciones de otro. Tú tienes muy claro cómo discutir contigo mismo, y aunque estés siendo producido por alguien generas con él un diálogo que os lleva a un frente común, y esto es ponerme al otro lado, intentar aportar sobre las canciones de los demás, respetando su esencia, dando ideas para que de esas se elijan las que mejoren el proyecto. Yo tenía experiencia de producir mis propios discos, pero trabajar con otras personas te da otro punto de vista y la necesidad de amoldarte a otras circunstancias.
¿Montarías tu propio estudio?
Es muy complicado gestionar un estudio propio. No me siento tan preparado a nivel técnico como para controlar todo el proceso de grabación. En el caso de Gente Terrible estamos trabajado con House of Light, con Germán Mingote llevando la parte técnica. Todos los músicos desean tener su propio estudio, un home studio que poder compartir con los demás, pero profesionalmente el modelo más clásico es el del productor sin estudio. Esa figura se pierde en el momento en el que la gente va haciendo su propio estudio. Yo sería un productor más clásico que va al estudio de alguien que lleva la parte técnica, centrándome más en la generación de ideas.
Una vez leí a alguien quejándose de que el pop sólo interesaba a los jóvenes porque sólo hablaba de preocupaciones de jóvenes, pero ahora hay una generación de gente que escribía pop y sigue haciéndolo habiendo pasado la línea de los 30, escribiendo desde una nueva perspectiva. ¿Tú sientes que ahora escribes sobre otras cosas?
No lo sé. No me paro mucho a pensar en ello. El proceso es más espontáneo, y no tengo muy claro que la unidad temática sobre la que uno escribe sea diferente. Supongo que será distinta, pero es un proceso más bien inconsciente. De una manera natural vas cambiando y configurándote de una forma diferente, la forma en la que te expresas y las cosas que te preocupan son distintas, pero no hay una intencionalidad clara porque lo que prevalece es la espontaneidad.
Una cosa que ha pasado recientemente en TikTok es-
¿Vestusta Morla? ¡Te cacé!
Sí. No sé muy bien con qué intención se han hecho TikTok-
Con la intención de conquistar la parte del mundo que les queda.
¿Tú le das vueltas a cómo Bueno le puede interesar a un chaval de 18 años?
La música es lo que se hace mientras alguien actualiza las redes sociales. Parece que las redes sociales son una garantía de calidad de algo, la forma en la que los contenidos se viralizan y los resultados que obtienen son un parámetro de validez. La gente recibe impactos de información y selecciona lo que quiere consumir y disfrutar, y esto ocurre en todos los sectores. ¿Qué puedes hacer contra eso? Absolutamente nada, porque es la forma en la que se vive, y tampoco hay que tener una mentalidad del pasado. Lo que ocurre es que, en la música, y en un proyecto como el mío, implica una cantidad de esfuerzo muy grande, y tienes que valorar si lo puedes hacer, porque te quita de centrarte en lo que realmente te gusta, que es la música, donde tienes que poner el completo esfuerzo. Todo lo que se sale de ahí no es música. Está la música, lo que haces en tu casa o en el local de ensayo para ti y deja de contar, y todo lo demás es la paramúsica.
Lo que más me interesa de lo que ocurre en la música es lo que pasa mientras estás cocinando. Todo lo demás son elementos que se van sumando. La tecnología evoluciona y nos lleva a nuevas formas de comunicación que son irrenunciables, pero tienes que mantener un equilibrio, saber qué es lo verdaderamente importante. En proyectos pequeños implica la necesidad de multiplicarse con una falta de conocimientos. Tú tienes que trabajar para mostrar un reflejo fiel de lo que tú haces y sientes, algo sincero y honesto. El público al que va dirigido eso, o quién te compre, es otra discusión. En principio las redes tienen que ser un reflejo fiel de lo que estás haciendo, no suponer un esfuerzo desaforado por ampliar fronteras a coste de lo que sea. Al final es un equilibrio muy delicado que yo tampoco sé encontrar.
TikTok ha influido de tal manera en la música que ahora se hacen estribillos para esa plataforma.
Yo no voy por la vida vendiendo un discurso de autenticidad. La música es lo que tú quieras ser y cómo te quieras expresar. Antes de TikTok estaba el Snapchat, y yo quería hacer un disco sólo para Snapchat y publicarlo exclusivamente ahí, y que las canciones duraran sólo 24 horas. ¿Ese fue un intento desaforado mío por llegar a un público juvenil? No, era una idea divertida. No tiene que ser malo usar TikTok. Las herramientas están ahí y pueden ser buenas, dependiendo del uso que tú le puedas dar.
La recomendación de Javi Vallina
Voy a recomendar el disco World of Echo de Arthur Russell, que puede ser el nombre de un videojuego o de un disco que, si consigues entrar dentro de él, te va a sorprender cómo con tan pocos elementos se puede hacer algo así. Sólo lleva violoncello, mucha reverb, mucho eco, líneas de voz muy sencillas.
Para terminar
Si nos preguntaran cuál es el primer festival al que queremos ir cuando se permita, creo que ambos responderíamos al unísono: el Prestoso Fest. Este evento musical asturiano, que acaba de anunciar sus fechas para 2022 del 4 al 7 de agosto, ocupa un trono desocupado al ofrecer una propuesta centrada en lo local sin renunciar a lo internacional; rural, sin renunciar a lo urbano; humilde, sin renunciar al rigor y la profesionalidad.
Absolutamente integrado en los entornos que ocupa en Cangas del Narcea, el Prestoso es una exaltación buenrollera de lo nuestro —sea lo que sea eso— que nos demuestra, como otras tantas iniciativas, que en Asturias no hace falta irse muy lejos para tener lo mejor.
Hoy, siete de enero, terminan una tirada de entradas a precio reducido, 50€. Podéis obtenerlas a través de su web. Con honestidad: si sabéis que las vais a acabar comprando, ¿por qué no hacerlo ahora y os ahorráis unos lereles para tomar una cerveza fresquita con Prestosín?
¡Apoyad vuestros festivales locales!