(#20) Entrevista a Llevólu'l Sumiciu: «El folk nos limita y me encanta»
Entrevistamos a Llevólu'l Sumiciu en el Prestoso Fest; celebramos un cumpleaños especial (y no es el de Ronaldo) y hacemos SPAM del micro abierto.
Aaaaaaahhhh. Llevamos mucho tiempo “desaparecidos”. Lo entrecomillamos porque desde hace ya unos meses hemos estado ocupados con nuestras pinchadas y con el micro abierto de La Salvaje —por cierto, el próximo es este jueves 12 de octubre, o lo que viene siendo: hoy—. Nos hemos estado rearmando y pronto os podremos contar algo que tenemos muchas ganas de compartir con vosotras.
En esta entrega nos unimos a la celebración de un cumpleaños muy importante y publicamos la entrevista que le hicimos con nuestra amiga Mara al duo Llevólu’l Sumiciu. Agradecemos enormemente al Prestoso Fest la mano que nos tendió para acceder a artistas y en la cesión de fotografías para poder ilustrar nuestro trabajo.
Antes de entrar al trapo, una de las última polémicas que hemos vivido en esta industria nuestra en los últimos meses. A mediados de septiembre, un tweet —perdón, un post de X— irrumpía con fuerza:
Obviamente, esta decisión no afectó solo a Jonston, sino a muchas otras bandas que tenían contrato con la distribuidora Altafonte. Aquí os dejamos un artículo de ElDiario.es con el que podéis profundizar en la cuestión. ¿Quizásquizásquizás el Spotify no era para el underground y nos creímos que era algo que no era?
Bienvenidas a una nueva entrega de Cuarto y Mitad, una newsletter en la que podréis encontrar crónicas de conciertos, entrevistas a artistas y otras personalidades de la escena musical asturiana, ilustradas con fotografías.
“We few, we happy few, we band of brothers”
En el universo de la saga Fallout, la franquicia de juegos producida por Bethesda, ocurre lo que desde mediados del siglo pasado más hemos temido. Tulsa usó ese terrorífico término para uno de los temas de su último álbum: “Destrucción mutua asegurada” (MAD, por sus siglas en inglés). La destrucción mutua asegurada es el fenómeno que hipotéticamente se desencadenaría en un eventual ataque nuclear entre potencias que tengan ese tipo de armamento a su disposición. El Doctor Manhattan nos salva de ello en el ficticio mundo de Watchmen, pero nuestros personajes del Fallout no tuvieron la misma suerte. El mundo se reinicia tras lo que llaman “la Gran Guerra” en 2077. Algunos pocos supervivientes lo hicieron en unas condiciones muy privilegiadas por encontrarse dentro de refugios.
“Refugio” es una palabra que tiene unos inmediatos efectos balsámicos, especialmente en el contexto de un mundo hostil —uno postapocalíptico o uno neoliberal—. Es posible que por eso unos chavales la usaran de lema cuando decidieron montar un bar hace ya ocho años. Yo he tenido la suerte de estar tras la barra durante esta última vuelta al sol y por eso puedo decir que no es una idea vacía.
Lo sé porque puedo contaros la historia de una chica que llegó del sur sin conocer a nadie y allí acabó descubriendo a gente con la que ahora puede contar. Lo sé porque desde mi montículo veo las almas encontrarse y entrelazarse, veo los vínculos formarse y los veo crecer y luego florecer en un ecosistema humano que algunos llaman “la familia salvaje”, y lo sé también porque yo mismo fui un ánima en pena que un buen día se encontró bajo una luz verde, una luz cuya incandescencia no provocaba calor sino amparo.
Se cumplen ocho años desde la fundación de La Salvaje. Podría detenerme en muchas cosas: en que es un garito que ya forma parte de la historia de Asturias, en que es un referente de las salas de conciertos de España o en que es un desmontar constante del mito de que en Oviedo no hay nada. Dejo esos tres elementos a modo de exposición, porque prefiero hablar de un bar que llegó para proponer una vida cultural a la ciudad en la que se inscribía pero que acabó generando a su alrededor algo mucho más grande y más bonito y más necesario en el despiadado contexto del presente: un hogar, un remanso, un refugio. Eso celebramos estas semanas pasadas y no otra cosa, y lo hacemos como sabemos, con la mejor música pero sobretodo con mucho cariño, con mucho amor.
Felices ocho años. Gracias.
Llevólu’l Sumiciu es un duo formado por los hermanos Pablo y David Alonso. Son una de las propuestas más refrescantes del panorama asturiano y ofrecen al público una experiencia audiovisual donde la tradición y la modernidad se encuentran en una relación de contrastes y tensiones. El proyecto comenzó en 2020, pero no fue la primera iteración de Pablo y David, quienes habían compartido alineación en formaciones de metal. Antes de llegar a la síntesis sumicia del sonido ya habían habitado el hardcore y el metal progresivo.
Lo que sigue a continuación es la transcripción de una conversación mantenida en el recinto del Prestoso Fest, en Cangas del Narcea. De fondo, sonaban Aiko el grupo, que sumaban sus acordes a la jornada inaugural del festival. La transcripción ha sido ligeramente modificada para garantizar la claridad y la coherencia de la lectura.
Entrevista a Llevólu’l Sumiciu
¿Qué fue antes, el folclore o la electrónica?
Pablo: La electrónica, pero no mucho antes.
David: Y la manera de hacer electrónica.
P: Sí, la manera de hacer electrónica. Sobretodo, para mí lo más importante es que escuchaba algo más de electrónica que de folk pero cuando empecé a hacer esa mezcla fue cuando empecé a escuchar mucha más electrónica y mucha más música tradicional y folclórica. Una vez me interesó la mezcla, empecé a explorar las dos ramas a saco.
D: Yo toi más centrado en la parte del vídeo. Sí escuchaba más electrónica, aunque no estoy tan centrado en la producción musical.
Entonces, ¿diríais que encontrasteis en el folclore una forma de canalizar el estilo de la electrónica?
P: Por un lado, antes de escuchar mucha electrónica sí que me había puesto con ella, pero como juego, entre amigos con el Ableton [un programa de producción musical] modificando audios de WhatsApp. Había hecho más electrónica de la que escuchaba.
En el momento en el que me empezó a interesar la combinación con el folclore y la música tradicional encontré una forma muy interesante de restringir las cosas que puedes hacer. Si estás delante de un programa de producción musical y puedes hacer cualquier estilo, al final no vas a hacer ninguno porque tienes demasiadas opciones. Entonces, cuando te interesa esa mezcla, que a mí me interesó, sobretodo por la música nacional que hacían Califato 3/4 o Baiuca, dices “no tengo tanto para experimentar, estoy bastante restringido”, y eso hace que avances más rápido. Si tienes todas las opciones del mundo te vas a perder explorándolas. Para mí, la música tradicional y el folk fueron una forma de ponerme a trabajar con un objetivo.
Nos limita y me encanta.
D: Pero de ahí no viene la parte electrónica, de ahí viene lo que complementas… las influencias electrónicas que usas en el Sumiciu. Por hablar de todo el tema del tarraxo, de los reguetones y los estilos más cercanos a lo electrónico, porque el folclore lo cogiste para entrar en qué estilo.
B: Yo me centré mucho en la música del oeste de África, como el tarraxo, la kizomba o el kuduro. Todas me parecían músicas superinteresantes para fusionar porque no se había hecho mucho con folk o tradi de Asturias. Pero fue una exploración que hice casi en paralelo: por un lado, música electrónica con bases de raíces africanas y del Caribe; por el otro ya había peña trabajándolo y que me encantaba y yo quería centrarme en otro tipo de fusión. Cuando empecé con el grupo pensé que tenía que buscar otra base rítmica para ponerle.
Al final la electrónica es la instrumentación, pero en realidad estás mezclando canciones asturianas con ritmos africanos.
Al principio ese era el enfoque. Ahora intentamos hacer una fusión más profunda, no la idea de hacer una base y ponerle la canción tradi por encima, porque eso es lo fácil y acaba siendo recurrente.
¿Cuál es el proceso para componer un tema?
D: Depende un poco. Hemos llegado a temazos de distintas maneras: partiendo más de la parte de “qué pasada de voz” y ver qué podemos rescatar de un tema de los ochenta y cómo podemos construir la parte electrónica por ahí; o hacer un tema electrónico más sencillo y ver qué parte de la tradición asturiana puede encajar bien ahí. Igual esa segunda es la más complicada.
P: Como hasta ahora había estas dos vertientes, hay canciones que hemos empezado por cada una de ellas. Hay veces que dices “me encanta este tema tradi y quiero meterle un dembow por debajo”, y otras veces es al revés. Durante una temporada flipaba con la kizomba y me puse a hacer bases con ese estilo hasta que hubiera alguna que me gustara, y luego ya ver qué podía samplear de la música asturiana para ponerlo por encima.
Ha habido las dos cosas. No vivimos juntos, él vive en Oviedo y yo en Barcelona. Casi todo lo empiezo yo por mi cuenta y luego vamos arreglando entre los dos, pero de la última tanda de temas que vamos a sacar dentro de poco, un disco recopilatorio de un festi que se hizo hace unos meses, un par de ellos salieron de juntarnos.
D: Sí, porque estábamos obsesionados con el disco de Mapi Quintana.
P: Estamos tan obsesionados con ese disco que necesitábamos hacer algo con él, y acabamos tirando al trip hop, que no tenía nada que ver con lo que veníamos haciendo hasta ahora pero, como la hicimos juntos y a David le tiraba mucho ese estilo, acabamos llegando por ahí. Fue un reto de darle coherencia con nuestro estilo pero creo que va a estar chulo.
En unos meses sacáis un trabajo nuevo.
P: Sí, es un recopilatorio. Fue un festival que organizaba la gente de Música Asturiana que se llamó el Semando Fest. Actuamos cuatro grupos. Alicia Villanueva, Loina, Algaire y nosotros. Había tonada, algo más folki, y nosotros. En el recopilatorio sacaremos tres o cuatro temas cada uno con su estilo.
D: La condición del festival era que fuera de música moza. Todos tenían tener menos treintaypico años para sacar música de gente joven en Asturias que tiene propuestas distintas.
Hablando de propuestas mozas en las que habéis participado, tenéis el tema “Protesta animal”, que veníamos escuchándola en el coche y nos gusta mucho. Habladnos de él, cómo fue todo el proceso de recibir la letra, etc.
P: Lo voy a contar como lo veo yo. Fue una embaucada —guapísima, añade David—. El proyecto está guay. La idea es que la xente más moza de los estudios de llingua asturiana, de 3 a 6 años, componga una letra para que la interprete un artista de la escena asturiana. No sé cómo fue. Se quedaron sin un grupo o había más colegios que intérpretes. El caso es que la letra ya estaba hecha y faltaba un grupo, y a través de un amigo llegó el proyecto de hacer la canción contrarreloj, en una semana o dos.
D: Realmente era un proyecto escolar en el que la banda acudía al aula para trabajar en la canción juntos. Pero a nosotros nos llegó una letra y había que ponerle música.
P: Nosotros no cantamos, claro. Teníamos la versión cantada por ellos y tuvimos que transcribir la melodía de los guajes a algo que nos sirviera para construir la armonía de la canción.
D: Todos los demás artistas tenían alguien a quien cantar y nosotros no, y ahí fue cuando entró Almu en la ecuación.
P: Ella tenía la misión de cantarla, y llegó ella sola al estudio, ninguno de los dos pudimos ir. El resultado es lo que hay, quedé muy sorprendido. De esta colaboración salió el último tema que publicamos, Ronzón, porque vimos que Neurora tenía una capacidad tan inmediata para adaptarse a nuestra música.
Hay una moraleja, porque fue una embaucada y mucho curro, pero nos sirvió para que la siguiente colaboración sí fuera un tema donde trabayamos juntos desde el principio y salió algo en lo que, por primera vez, no estamos cogiendo música tradicional grabada y editándola.
Estamos creando de alfuna forma, como se crea la música tradicional, que es coger lo que hay y darle una vuelta a tu manera, a la melodía y a la letra. Hay un elemento de cómo se creó siempre la música tradicional. Eso es lo que nos parece guapo de salir del patrón de crear un beat de electrónica, samplear y tal.
[En este momento suena “Toro” de Aiko el Grupo] ¿Todas las demás vocales son samples?
D: Menos Ronzón y Protesta animal, sí.
P: Anabel Santiago ya nos echó la bronca. Nosotros, cuando grabamos un tema lo hacemos sin avisar hasta que decidimos publicarlo. Ahí sí pedimos permiso y preguntamos cómo repartir los royalties. Anabel Santiago ya nos había dicho que muy guay, y cantamos con ella un par de veces, y la última vez ya nos dijo que si queríamos hacer algo más que nos juntáramos.
¿Cómo veis la escena de la electrónica en Asturias?
No la hay. Hay productores muy buenos. Este año descubrimos a muchos cuando estuvimos nominados al premio de electrónica de los AMAS.
D: La gente que está de residente en el Lana en Gijón es brutal.
P: El tecno es un género global. Competir a ese nivel es muy complicado. Hay productores muy potentes en géneros muy cañeros y underground. Está Tensal, Oscar Mulero…
D: Por esa cultura mucho más global igual no se les identifica con Asturias.
Estáis en el Prestoso, ¿qué grupos os molaba más ver?
Quitando a los que no conocíamos, Rodrigo Cuevas, Viuda, Aiko el grupo...
P: A mí [Aiko] me parecen superinteresantes. Hay unos cuantos grupos que meten del K-Pop o el J-Pop, y luego bandas como Margarita Quebrada. Viuda, a nivel de Asturias, me parece que están haciendo la apuesta más arriesgada, con ese rollo cañí y el dark wave ochentero y un poco macarra, y que todo funcione junto.
Habladnos un poco de los visuals
D: Nace en paralelo de intentar juntar una parte musical con otra, que viene de lo musical, que es muy sinestésica. Empezó con los videoclips pero lo hemos llevado al directo. Queremos crear una experiencia visual. Cuando tenemos pantalla, está de lujo y, cuando no, se puede ver cualquier foto de un directo nuestro, con el proyecto para llevar el show a donde queremos que esté, o acercarlo.
Al igual que hacemos con la música, mezclando la parte tradicional del folclore con lo electrónico, intentamos con el vídeo hacer lo mismo. Buscamos en el archivo, en el NO-DO, cuál era el material audiovisual de Asturias, y a partir de ahí intentamos construir una realidad innovadora. Jugamos con eso en los directos para crear un show audiovisual.
P: «Saldiguera», por ejemplo, es muy pegadiza, pero también transmite mucha nostalgia, posiblemente porque eso era lo que yo sentía estando en Barcelona. Quería mitigar la nostalgia. Y, cuando ves el vídeo, que son mogollón de imágenes del Xiringüelu o el Descenso, pero de hace 50 o 70 años, potencia mucho esa sensación de nostalgia que me transmitía el tema. A veces jugamos a eso.
D: A veces jugamos a lo contrario, a ampliar el sentimiento de algo. Te hablamos de subir, “tengo que subir al puertu, tengo que subir al puertu”, pero en las visuales estás viendo todo imágenes de minería, de bajar al pozu. Amplías el anhelo de la tradición.
P: A veces es superirónico. Tienes un tema tradi de libro, rural, y las visuales te lanzan imágenes de Ensidesa de los 70. Buscamos esa contradicción, ese contraste entre las dos Asturias.
D: La experiencia de darte cuenta de que este proyecto es audiovisual igual no la hemos dejado clara todavía porque no hemos tenido pantalla en todos los directos.
Esa fusión de varias corrientes artísticas a través del videoclip está socialmente muy integrada pero, ¿de dónde surgió esa iniciativa de llevarlo al directo? ¿Hay alguna referencia por ahí, alguna experiencia personal?
D: Ahí tenemos la suerte de que Pablo se dedica laboralmente al mundo del audio y yo al mundo del vídeo.
P: Hemos estado en contacto con muchas influencias. De primeras, la idea fue hacer una canción con un videoclip.
D: Para mí, de las primeras referencias fue ver en el Paraguas a Baiuca. En un bolo muy humilde, con una pantalla y una proyección. Y ver el espectáculo de música electrónica y música tradicional gallega, con unas visuales que, tampoco recuerdo de forma muy nítida, pero ya era una propuesta distinta. Fueron los pasos para ir juntando las disciplinas, hasta que lo vimos en la Fábrica de Armas, en pandemia. Ahí decías, “esto es increíble”.
¿Las visuales las disparas en directo?
Tengo dos estilos. Uno que es totalmente generado en directo. Pablo tiene su set de audio y yo mi set de vídeo, estamos conectados y entre los dos hacemos un espectáculo. Yo recibo señal del Ableton que me van haciendo cambios en el programa. Por un lado, todo generado en directo, para que sea sinestésico y, a parte, sí que hay mucho curro previo de edición, de archivo, de revisar y editar, para hacer una previa de lo que quiero hacer en directo y adaptarlo para que sea real. Que sean señales que se comuniquen entre ellas.
P: Ahí está el equilibrio de cuánto automatizo y cuánto hago en directo. Cuanto más hagas en directo, más la puedes cagar, y también te planteas si tiene sentido hacerlo todo en directo para que la gente se lo pase igual de bien.
La recomendación del Sumiciu
«Día de paga» de Ben Yart.
«QANCHI» de Mikongo y Dengue, dengue, dengue!
Antes de terminar
Lo pudisteis leer al principio de la carta: hoy, jueves 12 de octubre, se celebra exclusivamente en La Salvaje (c/ Martínez Vigil, 9) una noche de micro abierto. Podéis informaros más en nuestra cuenta de Instagram. Compartimos con vosotras el cartel que veréis esta temporada y que nos hizo el McNífico Manuel Dacosta.