(#17) DIARIO DEL KUIVI — 4ª Jornada: ¿Es un pájaro?, ¿es un avión?
Esta es mi reflexión en mi estreno del Kuivi 2023 el cuarto día de un festival* que dura dos meses.
La tercera edición del Kuivi comenzó el pasado fin de semana en la misma localización que había acogido al festival anteriormente “itinerante” (eso es lo que significa “pop up”, por si alguien se lo preguntaba). Los terrenos abandonados por la Administración Pública en El Cristo-Buenavista, donde antes nacían bebés e ingresaban silicosos y curaban enfermedades y estudiaba la generación médica del futuro, es en la que ahora se desarrolla un diverso ciclo de actividades. En ese mix cultural, la música en vivo es la que manda, la que aporta la potencia firme de una marca que nos salvó del ostracismo en plena pandemia y nos demostró que en Oviedo podemos tener cosas bonitas: solo* hay que hacerlas (creer que un cielo en un infierno cabe, decía Lope sobre el amor). No vendría mal, no obstante, que alguien también las cuidara. El Ayuntamiento de Oviedo sigue sin aportar fondos públicos al desarrollo de estas actividades, pese a haberlas incluido en su agenda cultural en la última edición y haber servido de medio de externalización de conciertos programados por la SOF para San Mateo. “Ups”, que diría uno.
Desde finales junio hasta finales de agosto se podrá disfrutar de conciertos gratuitos en Oviedo. El otro precio a la pindia cuesta que lleva a este paraíso es poder sentir que estás en el rodaje de The Walking Dead. La naturaleza sigue ganando espacio aquí arriba y el brutalismo urbano del antiguo HUCA te permite confundir por un breve espacio de tiempo el barrio ovetense con cualquier ciudad en el estado de Georgia.
Sí, hay algo todos-los-días. Los organizadores podrían explicarnos cuál es la fórmula para convertir un lunes en un sábado. Mientras tanto, solo nos queda vivir este milagro uvieín con casiuncentenar de personas que aplauden y bailan como quien no tiene que trabajar mañana al ritmo de la banda El Increíble Pájaro Metálico. ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es un duo de rock n Roll que no da tregua a la pista de baile con versiones de Otis Redding (leyendo en ascensores, para quien no sepa inglés), Bob Dylan, los Beatles o cualquier cosa que se les ponga por delante. Esta es la única nostalgia que nos gusta.
La noche sobreviene, las luces ganan protagonismo; un fresquito amable y confuso nos deja en el limbo entre la camiseta y la chaqueta: el verano ha comenzado en la capital asturiana.
Por lo demás, todo sigue parecido a como era antes: contenedores —menos albergan comercios, todo sea dicho, aquí siguen afinando el tiro—, comida, bebida y colorinchis, muchos colorinchis. Novedad: una carpa en frente del escenario, también de cubierta opaca, para evitar golpes de calor. Se agradece, algunos estuvimos al borde del colapso el año pasado